Por Carlos E. Oliva *
Tras la audiencia de conciliación del 21/2/13, en el
conflicto Municipio-SEMCO de Lago Puelo,
lo único que se generó fue ansiedad y el
consiguiente miedo. Quien fue socavada fue la Esperanza, aunque
no totalmente licuada.
La dimensión de las emociones de ansiedad y esperanza está
muy difundida desde los medios de comunicación, desde el poder político, desde
el mercado- que crea sus productos para contrarrestarlos-, y constituyen un
número considerable de los sufrimientos de nuestra época.
El miedo fue y es, desde tiempos de Maquiavelo –aunque hay
antecedentes remotos, (Critias) ,un eje de dominación política. Es tan fuerte
que en tanto emoción sostenida domina el
cuerpo, atrapa a la conciencia y mutila la imaginación de quienes lo padecen.
Porque el miedo desorganiza, crea incertidumbre, sobre el futuro inmediato de
la vida cotidiana: afecta a las relaciones laborales, de parejas, de la
economía familiar y hasta de la propia residencia. Quien padece miedo, pierde
su “lugar en el mundo”, se aísla y tiende a resignar valores colectivos, por un
“sálvese quien pueda” individual y mezquino que le proponen.
Dice una socióloga y filósofa contemporánea: “el miedo puede
ser provocado no sólo por un objeto del
que se sabe es peligroso (ej.: un arma dirigida contra uno), sino también por
un estímulo desconocido precisamente porque somos incapaces de situarlo
cognoscitivamente, porque somos incapaces de identificarlo.”(como
peligroso)*(1)
Y en el caso que nos ocupa, el Ejecutivo municipal y sus
asesores, no aportaron alternativas que permitan avances en la resolución del
conflicto. No buscan la concordia. Incluso se aprecian veladas amenazas y
condicionamientos que no expresaron al
aceptar la conciliación que marca la
ley.¿Cómo leer esta tozudez y desprecio por el otro? ¿No es esto socavar la
esperanza de un futuro mejor y aislarse tomando distancia de quienes ya se
aisló –los trabajadores- en esta historia que (les guste o no) es una historia
compartida.
Parece aplicable aquí que “aceptar el debate y acordar
negociar en términos de verdad, suelen ser considerados signos de debilidad,
circunstancia que hace que el más fuerte (o quien desee demostrar su
superioridad) se muestre más renuente a abandonar su negativa a todo
diálogo”.*(2)
Por la otra parte- quizás por exceso de confianza en alguno
de los protagonistas- o por no identificar las audiencias de conciliación como
peligrosas, (es la primera experiencia de ello) se optimizó la esperanza de una
solución, que sigue postergada. Sólo redoblando esfuerzos solidariamente, reflexionando sobre lo
ocurrido, será preciso proseguir.
*(1)Agnes Heller:
Teoría de las emociones,Ed.Fontamara,1989, pág.103
*(2) Z. Bauman: La unión desmantelada, en Amor Líquido,
F.C.E.,2005, pág.199
* DNI 6256.522
Nota relacionada: Lago Puelo: “Relato de una situación que desbordó”
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