Enviado por Ángel Callupil
Imagen: FASP
Por un desarrollo integral, solidario y sustentable (2)
Los Equipos de Pastoral Aborigen y Pastoral Social de la Diócesis de Comodoro
Rivadavia reiteran una vez más su
profunda inquietud ante la decisión del Ejecutivo provincial de avanzar sobre
el tema de megamineria en la provincia enviando a la legislatura un marco
regulatorio echando por tierra el espíritu de prohibición de la ley 5001,
siendo ésta la primera Ley en el país que sentó antecedentes rechazando la extracción megaminera con uso
de tóxicos y contaminantes.
Como Iglesia chubutense, junto a otros actores sociales con
los que compartimos el mismo espacio de ciudadanía, somos partícipes desde hace
años de la misma honda preocupación acerca de la política extractiva en nuestra
provincia. Esta voz se ha mezclado e integrado con otras voces que sienten la
misma inquietud y tienen los mismos anhelos de un desarrollo que sea humano,
integral, solidario y sostenible para los pobladores de nuestra provincia. Y
desde nuestra visión tanto cristiana como ciudadana, abordamos este desafío que
trasciende lo exclusivamente religioso, para buscar de abordarlo de manera
integral. Ningún aspecto puede quedar fuera, ya que afecta a todas las
dimensiones del ser humano.
Es por eso que desde hace años, los obispos patagónicos y
sus equipos de Pastoral Aborigen y Social, se han manifestado recurrentemente
respecto de este tema, rechazando firmemente una política extractiva megaminera
con uso de explosivos y de insumos tóxicos cuyo poder de contaminación y
producción de desechos, sabemos, traen efectos devastadores hacia recursos como
el agua, el suelo, el aire y la luz, que son bienes comunes.
La tensión provocada por la lógica de un sistema mundial de
producción ha generado una cultura consumista que hemos de cuestionar
terminantemente, para garantizar un futuro común para todos: los que estamos y
los que vendrán. Interpelamos este modo de vivir que solo está trayendo saqueo,
depredación y pobreza, contrariamente al mensaje que nos venden quienes
manipulan, desde sus lugares de poder, la opinión popular ofreciéndonos un
mundo de satisfacción inmediata, de pleno empleo y de bienestar económico. Por
eso decimos trabajo si pero no a cualquier precio!!!
Definimos como un retroceso al actual estado de situación de
querer modificar con un marco regulatorio una ley que fuera el fruto de una
lucha y reivindicación de todo un pueblo como lo fue aquel histórico “No a la
mina” de Esquel.
Consideramos que es necesario plantear de un modo integral y
desde otro paradigma esta cuestión acerca de la megaminería ya que no solo es
posible hacerlo desde un enfoque economicista e unilateral. Necesitamos saber y
reflexionar acerca de otros modos de sustentar la vida y el desarrollo
económico que no sea mediante el uso indiscriminado de bienes naturales, que
terminarán con la capacidad generosa de nuestro planeta.
La notable experiencia colectiva de Esquel y de otras
convocatorias, las cuales se han ido
sumando a este inexorable movimiento de resistencia crítica, a partir de la
participación y del protagonismo ciudadano, nos demuestra la opinión de muchos
que al momento, no ha sido escuchada. Sigue persistiendo, agazapada, la
decisión política que reniega de la voluntad popular expresada en la ley 5001
desnudando una vez más las deficiencias del sistema de representación política
cuestionado por su fragilidad y falta de transparencia.
Es sabido por todos que esta minería afecta directamente
“los Derechos de las comunidades aborígenes, alterando su hábitat, y poniendo
en riesgo la base de su subsistencia centrada en la ganadería ovina y caprina,
agrediendo su cultura caracterizada por el respeto a la naturaleza y el amor a
la madre tierra como fuente de alimento, casa común y altar del compartir
humano” (1).
“La
Constitución Nacional (art. 75, inc. 17) y la Provincial (art.34)
establecen su participación en la gestión referida a los recursos naturales y
en los demás intereses que los afecten”. Por su parte el Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), sobre Pueblos Indígenas y Tribales
en Países Independientes, protege el derecho a la existencia colectiva, a la
identidad cultural, a la propia institucionalidad y a la participación”(2) lo
cual impone al Estado el deber de consultarlos obligadamente. Ellos deben ser
los responsables y los protagonistas de su modo de vivir y de su cultura y de
su destino. Aún no se han instrumentado los mecanismos que aseguren el respeto
del derecho a la participación indígena, incluso facilitado los medios económicos necesarios y con los
tiempos adecuados para que las instituciones representativas puedan ejercer
estos derechos. Y esto es de indudable competencia del Estado.
Reiteramos una vez más que no podemos seguir esgrimiendo la
idea de “progreso” y “desarrollo” en desmedro del agotamiento de los recursos
humanos y naturales, a cualquier costo, amenazando la vida de futuras
generaciones, en una relación de desigualdad e injusticia. Hoy ya estamos pagando un precio muy caro.
Pero insistimos en que es “necesario instalar una visión
ético-espiritual, -la cual supera el plano religioso y es propiedad de todas
las personas- de profunda raíz histórica, cultural y ancestral para acordar
decisiones compartidas, de manera responsable y comunitaria, interpelando y
oponiendo otro modelo distinto al provisto por el sistema donde el afán de
lucro y de explotación hiere permanentemente a los recursos de nuestro planeta”
(3).
Nuestra provincia podría liderar otro tipo de propuesta de
un “desarrollo alternativo, integral y solidario”, basado en una ética que
incluya la responsabilidad por una ecología natural y humana, superando la
lógica utilitarista e individualista”, donde los poderes económicos,
tecnológicos y políticos no se someten a criterios éticos. (4)
Hoy necesitamos rescatar la actitud del cuidado y la
protección como instrumentos para un “buen vivir”, como gesto amoroso que
pretende preservar la herencia que recibimos del universo y de la cultura y
garantizar verdaderamente un mejor futuro para todos. (5)
Tenemos una oportunidad - como pueblo, como democracia- la
de pensar en un”gran proyecto cultural que nos puede llevar a una interpelación
ética frente a la crisis de valores de nuestra cultura moderna” donde el vivir
bien se torne en una alternativa al vivir mejor
que nos vende esta sociedad (6).
Citas:
(1)(2)(3)(4) Documento: “Reflexiones sobre la Megaminería ” Virginio
Bressanelli scj, obispo de la Diócesis Comodoro Rivadavia y Comisiones
Diocesanas de Pastoral Social y Pastoral Aborigen, 2009.
(5) “Críticos,
creativos, cuidantes- textos breves”: Leonardo Boff, Centro Nueva Tierra, 2005
(6)”Vivir bien: el gran paradigma indígena”: Gregorio
Iriarte, Cochabamba, Bolivia ,Agenda Latinioamericana mundial 2012, Ed.
Claretiana.
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